Ayer fue el primer día del año. El día en el que comenzamos a contarnos a nosotros mismos mentiras, en forma de propósitos de año nuevo. Son esas mentiras que vas alargando en el tiempo y que, poco a poco, se convierten en una parte de ti mismo, hasta el punto que llegas a creértelas.

La noche de Nochevieja el mundo entero celebró que la tierra había completado una vuelta alrededor del sol, pero lo disfrazamos de mucho más. Las fiestas navideñas eran en sus inicios una fiesta religiosa que, con el paso de los años, ha caído en los tintes del consumismo y el materialismo socialmente impuestos.

No me malinterpretes. No es que estas fiestas no me agraden, es que me dejan un regusto a mentira, a falsedad que no me gusta. Se supone que todo el mundo es feliz en esas fechas, que las familias se juntan, que los amigos que nos han olvidado durante doce meses, nos recuerdan y nos desean lo mejor.

Personalmente, no soy una persona religiosa pero disfruto de estas fiestas por la ilusión reflejada en la cara de los niños y por ver en la mesa personas que sé que me faltarán un día. Sin embargo, no necesito una fiesta oficial para descubrir lo valiosas que son esas almas que me acompañan, ni para besarlas sin descanso o achucharlas. Quizás sea por eso por lo que no comprendo muchos de los actos asociados a la Navidad, al igual que se me escapan los propósitos de año nuevo.

Descubrí hace muchos años lo valioso que es el tiempo. Cada nuevo amanecer nos regalan 24 horas para gastarlas como queramos, con quien deseemos, en lo que nos apetezca. Sin embargo, no sabemos durante cuántos amaneceres vamos a seguir teniendo ese regalo. Un día, sin preaviso ni explicación nos dejarán de obsequiar con él y en ese instante todo habrá terminado.

No habrá prórroga para un abrazo más, para un te quiero más, para un beso más, ni para un perdóname. Es por ello por lo que valoro tantísimo el tiempo y no me permito desperdiciarlo. Si tengo un anhelo, un deseo o un objetivo me planteo hoy como lograrlo. El día 1 de Enero no tengo propósitos de año nuevo, porque todos los días son año nuevo para mí.

Por eso, los propósitos que te colocas en una lista dispuesto a cumplir cuando el reloj de las 12, son casi siempre mentiras. Simplemente, porque si de verdad quisieras haberlos cumplido, lo habrías hecho el día que cruzaron tu mente por primera vez.

Puedes engañarte y mentirte cuanto quieras, e incluso puede que los logres si eres capaz de mantener la actitud correcta y la perseverancia a pleno rendimiento. Y a pesar de que lo consigas, seguiré sin entender por qué no lo hiciste antes.

Menos mentiras, más acción

Mis propósitos son diarios, rutinarios. Me planteo las metas a corto plazo y durante todos y cada uno de los amaneceres que me regalen en mi vida.

Hace muchos años que aprendí que dejar algo para mañana es, casi siempre, no llegar a hacerlo nunca. Así que cada día cumplo mis propósitos sin esperar una ocasión mejor. Quizás te sientas identificado con algunos de ellos:

    • Agradecer. Cada día me despierto agradecida de las personas que tengo en mi vida, de los golpes que me han hecho aprender, de tener un techo, agua caliente y un mundo de posibilidades de las que otros carecen.
    • Luchar. Nada se consigue sin esfuerzo, por eso cada día elijo luchar por lo que deseo en vez de quejarme por lo que no tengo.
    • No contarme más mentiras. No prometerme aquello que sé que no voy a cumplir y enfadarme conmigo misma después por no haberlo hecho. Decido ser sincera con mis capacidades y mis posibilidades, acatando aquello que no puedo cambiar.
    • No traicionarme. Seguir siendo yo a cada paso del camino, evitando que los golpes que recibo a diario desvirtúen mi realidad y quererme lo suficiente como para serme siempre fiel.
    • Reír más y sufrir menos. Dejar de sufrir por aquello que no puedo cambiar y reír y disfrutar de lo que tengo y de aquellos que me acompañan en este viaje.
  • Decir adiós y dejar ir. Aceptar que no todo el mundo va a seguir a mi lado eternamente y dejar ir y seguir su camino a quién haya cumplido su cometido en mi existencia. Así como decir adiós a las personas tóxicas que me restan energía y ganas, sin remordimientos.

Podría hacer una lista mucho más larga, sin embargo no se trata de que tú tengas los mismos objetivos que yo. Se trata de que decidas cuáles son los tuyos y que te los marques desde hoy. Cada minuto que pasa el futuro llega pisándote los talones, robándote el tiempo para un paso más. 

No esperes que las cosas cambien, si no eres tú quien cambia primero. Nada será diferente si haces las cosas siempre del mismo modo. El futuro es hoy, llega mientras lees estas líneas. No lo desperdicies, no te cuentes mentiras. Si quieres algo ve a por ello sin esperar una mejor ocasión. Llegará el día en que no quede más arena en tu reloj y no habrá más ocasiones.

No voy a desearte un feliz 2018, porque la felicidad es algo que sólo conseguirás por ti mismo: valorando y eligiendo. Te voy a desear que logres aceptarte, ser raro, ser diferente, ser tú mismo y dejar de contarte mentiras. Todo lo que quieres está al alcance de tu mano y si consigues creerlo lo crearás.