El amor es un sentimiento muy curioso. Es inexplicable, incomprensible. Aparece de la nada. Un día algo se acciona y nada vuelve a ser igual.

Seguramente es hermoso porque es ilógico, porque no se ata a ningún canon, ni existe en él razón alguna. Y, además, es tan diverso que se puede sentir por las personas más distintas e incluso por cosas tangibles e intangibles.

El amor por la escritura no le pica a todo el mundo, pero no existe ninguna norma que posibilite descubrir en qué alma va a anidar. Lo que es seguro es que, una vez que se asienta en un corazón, se convierte en parte de la esencia de esa persona.

Yo lo sé bien porque convive conmigo, perenne, un amor incondicional que me ha fallado muy pocas veces. Y, al igual que yo lo sé, Olga también lo descubrió hace mucho.

Nació el 5 de marzo de 1976, en Badalona. Abrió los ojos envuelta en el olor a salitre del Mediterráneo y a la sombra de la sierra de Marina.

Llegó al mundo apuntando maneras, con los ojos bien abiertos, curiosa y ávida de descubrirlo todo. Y eso no ha cambiado en ella con la edad.

Con 4 años Olga se convirtió en la protagonista de una gran aventura. La mudanza de la familia de Badalona a Madrid alejó a la pequeña de su familia, pero convirtió las visitas familiares en días de fiesta.

Su abuela Divina les visitaba a menudo y cocinaba para ellas sus platos favoritos.

Poco importaba la receta, si era su abuela la cocinera. Quizás por eso, ahora que no es ella quién lo hace, ya no ha vuelto a encontrarle el gusto a aquella comida que siempre pedía.

Hígado con cebolla. Una receta de sabor intenso, poco típica del gusto de los niños. Pero también es cierto que no era Olga una niña al uso.

Su fuerte carácter despuntó desde la infancia, y tuvo claro siempre que obedecer no era lo mismo que respetar. Lo cual le acarreó algunos problemas en el colegio que no llegaron nunca a más.

Si le pregunto, es incapaz de recordar cuando se enamoró de la escritura. Lo que sí sabe es que siempre le ha encantado leer y son esos dos hábitos que suelen ir de la mano hacia la creatividad.

Su despierta imaginación le llevaba del dibujo al teatro, de los juegos llenos de fantasía con sus muñecos a los programas de radio grabados en casete, y de los escasos juegos en la calle al ‘Mortal Kombat‘ casero, con su hermana como rival.

Fue lo que cualquier persona consideraría tener una infancia feliz, aunque tener que ir al colegio le aguaba a Olga un poco los días. No porque se le diera mal estudiar, simplemente porque no era algo en lo que poder utilizar su creatividad.

Estudiaba, sí. Pero lo justo para seguir haciendo lo que de verdad le apasionaba. Todo lo que tenía que ver con dar rienda suelta a su imaginación, a su fantasía le hacía feliz. Así las manualidades le encantaban y, por supuesto, escribir.

Era tan obvio su amor por la comunicación como lo es el de dos adolescentes que se buscan con la mirada, creyendo ser los únicos que lo notan. Sus padres lo veían y le alentaban a decantarse por unos estudios en los que desarrollar ese sentimiento.

Pero no. Hacía años que sabían que Olga no era una persona común, regida por lo que los demás creen que debe ser su vida.

Atraída por la muerte tanto como por la vida, solo una disciplina podía unir ambas inquietudes. Así que se decantó por Medicina.

Sin embargo tras el primer año, cambió de rumbo hacia algo que no le requiriese tanta memorización. ¿El destino? Enfermería con especialización en partos, como matrona.

Tras unos años dedicados al cuidado de otras personas, decidió abandonar su carrera en la rama sanitaria para dar el salto a aquello que su alma le decía que debía hacer: emprender.

Durante más de 10 años dedicó cuerpo y alma a la creación y mantenimiento de la primera tienda online de papel pintado de España. Junto a su marido desarrolló un negocio que puso la semilla de lo que, sin ella saberlo, sería su trabajo en el futuro.

Una década entera dedicada a un mundo digital en el que el aprendizaje es la única clave de supervivencia, fue el origen de todo lo demás.

Durante todo ese tiempo, aprendió a crear blogs, a utilizar WordPress, a adaptarse a escribir sobre cualquier temática y la psicología necesaria para tratar con clientes.

Escribió nada menos que 5 novelas que fueron publicadas. Y, de pronto, apareció el copywriting.

Ese amor a la escritura que hacía tantos años había prendido en su alma, conectó inmediatamente con una profesión que hacía que todo tuviera sentido. Y supo que ahí sí era.

Cerrado el ciclo de la tienda online y en busca de un futuro que España no podía brindarles, se deshicieron de toda una vida, empaquetaron lo poco que fue con ellos y viajaron junto a su hijo a Inglaterra.

Podrían haber elegido cualquier lugar del mundo, pero las causalidades de la vida les dejaron claro que Brighton era la única elección posible.

Desde que Inglaterra es su hogar, Olga ha aprendido a despertar todas las aptitudes con las que llegó a este mundo. Se ha superado y demostrado a sí misma que nada hay más poderoso que creer que puedes, para lograrlo.

Creativa desde su nacimiento, imaginativa y con una capacidad nativa para conectar, ha descubierto que había pasado demasiado tiempo dándole la espalda a lo que ella era.

Y es ahora, con una vida asentada y una heterogénea trayectoria profesional y vital cuando ha comenzado a potenciar al máximo las capacidades innatas que afloran en todos los seres humanos.

Adicta al chocolate, mentalmente inquieta y perpetuamente dispuesta al cambio, su meta ha sido siempre evolucionar. Crecer tanto como la vida le permita hacerlo y aprender lo que pueda por el camino.

Ahora, con su sexta novela en ciernes, continúa el camino que ella misma se ha construido, parando en esas estaciones que aunque puede que nadie entienda, le han guiado hasta donde se encuentra hoy.

Si pudiera escoger, no elegiría ningún otro lugar del mundo.

Y ese es, sin duda, el verdadero éxito.

Youtube

Instagram

Facebook

Linkedin