Estoy segura de que, a estas alturas de la película, has oído hablar de ChatGPT.

Esa inteligencia artificial que ha llegado para ayudar a los estudiantes a aprobar sin mover un dedo y que está destinada a quitarnos el trabajo a todos los que nos dedicamos a escribir (insertar aquí música terrorífica).

Hace unas semanas una clienta me preguntó si no tenía miedo de quedarme sin negocio, por culpa de esta herramienta y de las mejoras que puedan aparecer tras ella, y eso me hizo pensar que debería escribir aquí sobre ello.

Hasta ahora la IA era algo que nos quedaba muy lejos. Más o menos, en Hollywood. Con sus efectos especiales, sus robots antropomórficos y la certeza de que eso era imposible en el mundo real. Un pequeño reducto de desarrolladores e informáticos convivían con ella cada día y eran muchas las pinceladas que nos iban dando, aquí y allá, de que estábamos más cerca de lo que creíamos de hacer realidad la ficción.

La irrupción de ChatGPT en nuestras vidas ha venido a mostrarnos que la IA puede estar alejada de laboratorios y mentes privilegiadas, y ser alcanzable y útil para cualquier persona, de cualquier ámbito y con conocimientos en negativo de tecnología.

Basta con sentarse, tener el tema en la cabeza, insertar palabras claves, preguntas o frases, y la IA hará su parte. Recopilará información de sus millones de fuentes, la organizará y te devolverá una conversación adaptada a tu tono y a las necesidades detectadas de tu pregunta. Es decir, puedes redactar desde contenido para un trabajo de clase, como una web completa o un discurso.

Confieso haberla probado con pocas expectativas y haber terminado bastante sorprendida de los resultados. No es un buscador, no te devuelve miles de páginas que tú debas cribar y buscar la información relevante. Es mucho más.

Te prepara las respuestas a tu pregunta, las coloca ordenadamente, les da coherencia al mensaje y te las entrega con un lacito, listas para usar… O no.

Y aquí está el quiz de la cuestión.

ChatGPT es evolución

ChatGPT es evolución

Habrá copywriters que ya se están frotando las manos pensando en lo rápido que van a poder hacer su trabajo, empleando esta tecnología. Un tema claro en la mente, 3 segundos de búsqueda y listo! Trabajar rápido, cobrar rápido. Muy lícito.

Sin embargo, en mi opinión, estos van a ser los profesionales plenamente prescindibles, porque si tengo una tecnología que escribe mis textos persuasivos, mis blogs o mis webs, no necesito intermediarios.

Pero luego estamos el resto, los que vemos a ChatGPT como una herramienta. Si no existiese Internet, tendría que pasearme hasta la biblioteca municipal cada vez que un nuevo cliente solicitase mis servicios.

Necesitaría horas buscando libros sobre el sector en el que está especializado, días leyendo y entendiendo conceptos y eso encarecería mis servicios hasta el infinito. La posibilidad de formarme a clic de ratón me hace alguien mucho más eficiente, optimiza mis tiempos y rebaja mis precios.

¿Y con ChatGPT? Pues más de lo mismo!

Pensar en la IA como un enemigo es la manera erróneo de enfrentarse a los avances tecnológicos. Del mismo modo que mirar a la competencia como un adversario a batir, en vez de como alicientes que nos ayuden a mejorar.

A mi clienta le respondí que no, que no me preocupaba que ChatGPT me arrebatase todo lo que he ido creando piedra a piedra, durante estos años. La siguiente pregunta, es obvia: ¿por qué no?

Bueno, para empezar hasta el momento en el que escribo este post, hablamos de una tecnología en fase beta, nutrida con kilos de información que no se actualiza en tiempo real, lo que implica cierto desfase. Pero, aunque eso cambiase, hay algo que de momento no lo va a hacer.

Hay dos pasos en mi trabajo: la información y la creatividad. La primera se nutre de libros, estudios, artículos,… Me la ofrecen los buscadores, los periódicos, las personas que conozco, los estudios que se publican, las investigaciones que se llevan a cabo. Sin esta pata no habría equilibrio.

Pero solo con ella, se desmoronaría el castillo de naipes. Le falta la creatividad, la pasión, las emociones, el conocimiento intrínseco de mi cliente. Ese día que me contó sus miedos, la charla telefónica en la que definimos su estrategia, las risas que ofrece a sus clientes y pintar con letras su esencia.

Quizás mañana las cosas cambien, pero hasta ahora mismo, ChatGPT no puede sentir. No comprende los puntos de dolor que disparan la necesidad de compra, no entiende los sentimientos asociados a un mensaje (y al contrario), la empatía que guía por el embudo y , por eso, no puede incluirlo en sus textos.

Pero hay más. Si pretendemos crear contenidos extensos, guías de usuarios o, simplemente, artículos de opinión la aplicación falla estrepitosamente, repitiendo datos y llenando el contenido de paja que rellene el grano.

¿No me crees? Vale, preguntémosle a la IA.

Pregunta:

Copywriting e IA

Respuesta:

La IA permite a los copywriters analizar grandes cantidades de datos y utilizar esa información para crear textos más efectivos y personalizados. Por ejemplo, la IA puede analizar el comportamiento del público en línea y crear mensajes específicos que se adapten a sus necesidades y deseos.

Además, la IA también puede ayudar a los copywriters a crear textos de manera más rápida y eficiente. Por ejemplo, algunos programas de IA pueden generar automáticamente títulos y descripciones para anuncios en línea, lo que ahorra tiempo y esfuerzo.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la IA no puede reemplazar completamente el trabajo de un copywriter humano. Aunque la IA puede ayudar a generar ideas y analizar datos, todavía se necesita la creatividad humana para crear textos emocionales y atractivos que conecten con el público.

En resumen, la IA es una herramienta valiosa para los copywriters, pero no puede reemplazar completamente el trabajo humano. La combinación de la creatividad humana y la tecnología de la IA puede ayudar a crear textos persuasivos y efectivos que lleguen al público de manera más eficiente.

Personalmente confío en mí y en mi capacidad a la hora de conectar con el público de mi cliente. Creo en lo que hago y en el modo en el que lo desarrollo, sin atajos ni trampas y eso hace que me ilusione mucho el avance tecnológico que la IA pone en nuestro panorama. Porque lo veo como la posibilidad de sumar esfuerzos y ofrecer algo aún mejor a mi cliente.

No se qué nos espera en el futuro ni que nuevas sorpresas puede depararnos esta tecnología, pero recuerdo el día en el que comenzamos a usar las redes sociales y los millones de miedos que trajo ese acto. No se me olvida el boom de la venta online y todos los epitafios que se lanzaron por las tiendas físicas. Aún tengo presente la cantidad de despidos que la irrupción de los robots iba a traer en la industria.

El mundo evoluciona, los oficios lo hacen con él, la sociedad entera avanza. No hay que tener miedo al cambio, porque ese miedo nos paraliza y nos ata a un pasado que ya no existe. Simplemente hay que informarse, entender lo que está llegando y aprovecharlo del mejor modo.

Los titulares han sido siempre mi caballo de batalla, quizás en eso ChatGPT me eche una mano, pero si delegas en mí tus contenidos, te prometo que yo seré la única inteligencia natural que los desarrolle.

Por eso no. Hoy no les tengo miedo a las máquinas 🙂