Hoy voy a tratar el tema del Principio de Peter, que nada tiene que ver con el complejo de permanecer siempre joven al que atañe el síndrome de Peter Pan.
El principio de Peter se da en las organizaciones, y empresas, de una manera bastante generalizada. Para empezar, permitidme explicar en qué consiste.
Imaginad un camarero que comienza a trabajar en un restaurante. Es una persona afable, hábil y resolutiva y fideliza a la clientela de manera natural. Su manera de trabajar le granjea buenas propinas, además de conseguir que quienes acuden al restaurante, lo hagan porque él es quién atiende las mesas.
En poco tiempo la gerencia del local se da cuenta de su valía y decide recompensarle con un ascenso. El camarero pasa a ser encargado de sala, labor en la que continúa destacando. Organiza correctamente a los camareros, recibe a los comensales, todo fluye perfectamente gracias a su presencia.
Motivado por el aumento de responsabilidad, el camarero da lo mejor de sí mismo en el nuevo puesto y consigue aumentar los beneficios del negocio. Ante su patente talento, y pasado un tiempo, la gerencia se reúne con él y le ofrece el puesto de adjunto al gerente del local.
Nuestro camarero, por supuesto, acepta y comienza con los nuevos encargos. Este empleo nada tiene que ver con el trato con el cliente o la organización del restaurante. Se pasa casi toda la jornada gestionando papeleo, cuadrando cuentas y generando balances.
Llegados a ese punto, todo su talento previo se desvanece. Estaba más que capacitado para cualquiera de los dos empleos anteriores, pero no para el que alcanzó en el último ascenso. El principio de Peter afirma que en ese momento, el camarero habrá llegado a su nivel de incompetencia. Y, no sólo eso, habremos conseguido a un trabajador mediocre e infeliz, en un puesto que detesta y para el que no está capacitado.
En las empresas se tiende a la promoción interna basándose en la idea de que si alguien es bueno en su trabajo, incluso excelente, lo será aún más en un puesto de mayor responsabilidad. Pero se equivocan.
Cuando alguien consigue la excelencia en el trabajo que hace, la opción ideal es mantener a esa persona en el lugar que ocupa, permitiéndole motivarse por la consecución de logros continuos y sin forzarle a llegar a su nivel de incompetencia.
En una jerarquía empresarial, cada puesto cuenta con sus obligaciones y sus requerimientos. No son los mismos los conocimientos para organizar un restaurante, que para realizar balances económicos y, al no tener en cuenta estas diferencias, se promociona a personas sin las herramientas necesarias para llevar a buen puerto el trabajo.
Por supuesto, hay casos en los que la promoción no hace sino demostrar la valía de un empleado, que consigue superar sus posibles carencias sin problemas y así seguirá escalando de nivel, pero el principio de Peter afirma que siempre llegará a un punto en el que no pueda, no quiera, o incluso odie sus labores.
Y tú, ¿aceptarías un ascenso para el que no estás capacitad@?