La situación de desempleo es, al menos para mí, una de las más duras que una persona puede vivir. Primero por la incertidumbre que genera, al no poder controlar ni su duración, ni su gestión en su totalidad.

A ello hay que sumarle el entorno, que muchas veces resulta de lo más hostil. Es fácil encontrarse a personas que creen que no trabajas porque no quieres, que si te echaron de tu puesto anterior sería «por algo» (léase con ese retintín de quien no dice nada, pero lo deja caer todo) o que si quisieras podrías encontrar un puesto.

Luego está la disyuntiva perpetua de si luchar por el puesto que deseas o conformarte con lo primero que salga, la culpabilidad de pensar que quizás hay algo que estás haciendo mal, el boicot sistemático que te haces a tu propia autoestima, y los ataques de ira mezclados con la tristeza de lo injusto que es el mundo.

Creo que todas aquellas personas que hemos pasado por el desempleo, sabemos lo que es y lo que se piensa y sufre en esta situación. Pero hay algo que a mí me duele más que cualquier otra cosa y es la semántica.

¿Semántica? ¿Qué dices? Ya, ya sé que ha sonado un poco extraño, pero me explico.

El vocabulario de nuestro idioma es muy rico, y aún así tendemos a simplificarlo. En este caso concreto, todas las personas que no tienen trabajo, suelen ser denominadas como «parad@s». Para mí, hay un tinte muy negativo en esta acepción ya que el estar parad@ conlleva una inactividad total, en la que yo no me siento identificada.

Cuando finalizas tu relación contractual con la empresa, vas al INEM a rellenar tus papeles (el mal llamado «Paro»), cobras la prestación que los rendimientos de tu trabajo han producido (el mal llamado «cobrar el paro») y pasas a las listas de desemplead@s (l@s mal llamad@s parad@s).

Tengo la desgracia de pertenecer a la lista de desemplead@s desde hace un año. En ese tiempo, he participado durante 6 meses en una Lanzadera de Empleo, he estudiado Euskera (y sigo haciéndolo), mejorado mi inglés, trabajado mi marca personal en redes sociales, presentado autocandidaturas, vigilado las ofertas que pudieran surgir en un sinfín de medios y acudido a entrevistas. No es mi meta en la vida, pero desde luego dudo que se pueda considerar que estoy parada.

Así que, por favor, a partir de hoy, empecemos a diferenciar entre las personas paradas (algunas incluso trabajando entran en esta definición, por su falta de aporte) y las desempleadas (las que no nos detenemos y luchamos a diario para lograr nuestros objetivos).

Y tú, te quedas parad@?