Antes de expresar mi opinión al respecto, dejénme que les ponga en antecedentes del caso de que voy a hablarles.

Ella se llama Chantal Sébire. Es una mujer de 52 años con tres hijos, la más pequeña de los cuales sólo tiene 12 años. Esta mujer no sería noticia si no fuera porque desea morir. Desea que le practiquen la eutanasia para poder descansar en paz. No se trata de un capricho, ni de que se haya cansado de tener que lidiar con la inflación o con el precio por las nubes de la comida. No. Lo que ocurre es que Chantal padece un tipo de cáncer en la cara muy doloroso conocido como estesioneuroblastoma o neuroblastoma olfativo. Sólo por el nombre todos nos imaginamos que algo bueno no es.

De todo el caso lo único que me queda por decirles es que ella vive en Francia y que lo que el Gobierno francés le ofrece es mantenerla en un coma inducido hasta que se muera por causas naturales. Un coma inducido, para quien desconozca el término, consiste en sedar a una persona para que no sea consciente del dolor que le atenaza los músculos pero también supone estar en una cama hasta que llegue el fatal desenlace.

Cierto es que la eutanasia no está legalizada en la gran mayoría de los países, pero considero que debería haber casos que se estudiaran con más detenimiento. Si la eutanasia fuera legal, probablemente la pediría personas que no se encuentran psicológicamente bien, tal vez por una depresión que le ha hecho perder las ganas de vivir. Pero en este caso que nos ocupa, considero que deberían tenerse en cuenta los antecedentes de la solicitante.

No padece ningún tipo de depresión y, quien haya tenido oportunidad de verla en entrevistas habrá observado su gran entereza aún a pesar de la desfiguración facial que sufre por el cáncer. Así mismo considero que los dolores que sufre deben ser tales como para renunciar a una vida con sus tres hijos a los que debe adorar por encima de todo. Ofrecerle a una mujer la sedación hasta la muerte no es solución, ya que ella sabe que sus hijos sufrirían sobremanera viéndola día tras día en una cama consumiéndose.

Es por ello que desde mi punto de vista, se debería hacer un estudio del caso y determinar el nivel de sufrimiento real de esta mujer y sus consecuencias en un período de máximo dos años.

No creo que merezca la pena vivir sufriendo, ya que ella sólo está pidiendo su derecho a decidir su muerte, para que ésta pueda ser digna y en paz.