Por si vivir no fuera de por sí una experiencia lo suficientemente dura, hay quienes deciden complicarse la vida metiéndose en camisas de once varas.

 

 

 

Puede que sea por ignorancia respecto a las consecuencias de sus actos, nunca se sabe. El caso es que la policía británica está intentando desenmarañar las circunstancias de la muerte de siete adolescentes, todos ellos de la misma región de Gales. La última en morir ha sido también la primera; la primera mujer que ha muerto del mismo modo que otros seis varones. Se llamaba Natasha Randall y tenía sólo 17 años.

 

 

Desde causas románticas hasta la pertenencia a una secta que operaba a través de Internet, de momento cualquier hipótesis es válida. Lo único cierto es que todos los suicidios se dieron entre gente que se comunicaba entre ellos a través de la red.

 

No sé que le lleva a una persona de 17 años y con tantas cosas por hacer, a matarse. La vida merece la pena ser vivida y no entiendo cómo alguien puede suicidarse sólo porque otra persona le diga que lo haga. Jamás lo comprenderé.

 

 

Hoy en día tenemos la suerte de convivir constantemente con las nuevas tecnologías que nos hacen la vida más simple y se adaptan a nuestro quehacer diario a la perfección. Pero, no debemos olvidar que en Internet no sólo existen las páginas que nosotros visitamos, hay otras que tal vez nosotros jamás buscaríamos pero que pueden ser peligrosas para la mente de un niño de 17 años que aún está formandose su propio criterio. La vigilancia es la única solución en esos casos, los cambios de comportamiento, el aislamiento,… no son nunca buenas señales.

 

Desde aquí sólo espero que Natasha sea la última víctima de la red.