Aunque esta no será la última vez. Porque todos mentimos. La mentira forma parte de nuestra vida y se ha colado hasta el núcleo más interno de nuestra sociedad.

Pero hay mentiras y mentiras. Algunas, las contamos para proteger a otros del sufrimiento, para mantener la ilusión de los niños, para ayudar o beneficiar al prójimo e incluso para mantener la paz donde la verdad dispararía la guerra.

Otras, son distintas. Son las mentiras no aceptables. Aquellas que cuentas para obtener un beneficio y que acabarán hundiéndote al pillarte por mucho que no seas cojo.

En el entorno laboral las mentiras están a la orden del día desde la primera toma de contacto. El CV se hincha tanto que llega a ser irreconocible hasta para su autor. Las ofertas de trabajo se disfrazan a golpe de nombres en inglés que encierran una verdad poco atractiva.

Pero, ¿cuáles son las mentiras aceptables y cuáles las que no lo son?

Despejemos dudas!

  • Si has decidido inflar tu nivel de inglés en el CV, pasando del «my name is» a un C1. No es aceptable.
  • Cuando acabas de redactar tu curriculum, te das cuenta de que 3 años de inactividad son muchos y te inventas un empleo que nunca tuviste. No es aceptable.
  • Trabajaste de administrativo en una empresa pero crees que Manager Assistant va a tener más gancho, y ya de paso alardeas de tareas que jamás llevaste a cabo. No es aceptable.

Y, en el lado inverso…

  • Si lo que ofreces es un puesto de comercial, pero lo denominas Marketing Manager para lograr atraer candidatos. No es aceptable.
  • Tu empresa no ha ascendido a nadie desde los 70, pero ofreces un plan de carrera con incentivos anuales. No es aceptable.
  • Si no sabes lo que es un contrato indefinido pero hablas de estabilidad real sin despeinarte. No es aceptable.

La balanza entre los empleados y los empleadores se mantiene casi siempre en un estado de equilibrio, ya que las mentiras forman parte del día a día de muchos individuos de ambos lados.

Pero, ¿en qué pueden beneficiarles?

De obtener el puesto de trabajo ansiado gracias al maquillaje con el que has embellecido tu curriculum, ¿estarás a salvo? Lo normal es que la respuesta sea un no rotundo.

En algún momento de tu tiempo en la compañía tendrás que hacer uso de las competencias por las que fuiste seleccionado y, ¿qué ocurrirá cuando se descubra que careces de ellas?

Has logrado al candidato ideal pero ¿cuánto tiempo crees que podrás mantenerle entre tus filas sin que descubra el pastel?

La mentira forma parte de nuestra sociedad pero en el entorno laboral no solo es poco ética, puede llegar a ser peligrosa e incluso delictiva.

Se han dado casos de candidatos que han obtenido puestos de alta responsabilidad civil, sin tener las certificaciones necesarias para ello. Y las penas han llegado a incluir la prisión.

Lo sé, son casos extremos, por supuesto. Nadie va a llevarte a la cárcel por no tener ni idea de inglés cuando has jurado que lo tuyo es acento de Cambridge. Pero, ¿puede una empresa confiar en un profesional que ha obtenido el puesto con engaños?

Tampoco nadie te encerrará si descubren que los aumentos salariales anuales que prometías se materializan de lustro en lustro. Pero, ¿qué profesional se quedará a tu lado cuando descubra que le mentiste hasta que estampó su firma en tu contrato?

Siempre he pensado que las entrevistas de trabajo son como una cita en la que ambas partes quieren seducir al contrario. Y es lícito mostrar nuestra mejor cara, maquillar un poquito las imperfecciones y destacar aquello que nos hace únicos.

Pero existe una delgada línea que nunca debe cruzarse entre la mentira piadosa y aquella que sabemos que no lo es.

La credibilidad de una persona, la confianza que es capaz de generar es una de las bazas más importantes con las que podemos contar como profesionales.

¿Cuántas veces te has decantado por contratar a alguien de quién te habían hablado bien?

Eso no es fama. Es fiabilidad.

En periodismo es un concepto que se ha vuelto difuso, pero que se nos enseña como primordial. Hay millones de periodistas pero mantenerse dentro de la ética, la independencia y la credibilidad es lo que diferencia a unos de los otros.

En cualquier profesión es exactamente igual. Vender tu verdad por un puesto de trabajo no es éxito. Denigrar tu imagen por tener más candidatos te lleva al fracaso.

Hay un puesto de trabajo esperando por ti. Hay un profesional deseando formar parte de tu compañía. Y si no los hay, la solución no es mentir, es aprender.

Es estudiar cuáles son tus carencias para hacerlas desaparecer.

Es ahondar en el fondo de tu compañía para descubrir por qué el talento huye de ti.

La mentira puede ayudarte hoy, pero una noche será, de verdad, la última vez.