Pongo la televisión todos los días del año sin excepción y a una hora indeterminada. Suelo ver los informativos, pero no descarto otro tipo de espacios como series, películas o programas de cualquier índole que en ese momento me parezcan interesantes o simplemente divertidos.

Si hay algo que me duela, que me de verguenza ajena entre todo ese amasijo de información, diálogos escritos por brillantes guionistas, esperpentos de personas que sólo quieren vender su vida por un puñado de billetes,… es lo que ocurre en el mundo, lo que mis congéneres hacen o deshacen en nuestro planeta. Asesinatos, guerra, dolor humano, destrozos del medio ambiente, suicidios,… Durante mi ausencia en esta página estos sucesos no han ido a menos, si no que cada día se baña con sangre en casi todos los países del mundo. Es lo que la raza humana se hace a sí misma, lo que acabará con nuestra propia extinción.

Si hablo de todos estos horribles datos es para que entiendan que el concepto de felicidad es algo que se diluye a cada momento en la nube tóxica que provocan las bombas en la franja de Gaza, en la sangre de aquellos que son asesinados sólo por una discrepancia de opiniones, o en las lágrimas de los niños que mueren porque nadie se acuerda de que los reyes magos no llegan a todos los lugares del mundo con comida que llevarse a la boca.

Felicidad es una de esas palabaras que al decirla se nos llena la boca de un intenso orgullo aunque no sepamos el motivo. La gran mayoría de la población afirmaría que es feliz a pesar de haber perdido su empleo o de tener que pagar una carísima hipoteca. Pues bien, no se empeñen en mentir porque ha sido publicado uno de esos maravillosos estudios, que son capaces de decirte incluso que día es el que te va a doler la cabeza con mayor intensidad, sobre la felicidad.

El artífice de tan importante gesta se recoge, y cito textualmente, en «el último número de la revista que edita la Clínica Mayo de EEUU (Mayo Clinic Women’s Source Healthsource) repasa algunos de los últimos datos que se han publicado sobre los factores que contribuyen a la felicidad».

Si desean conocer más detalles, les desglosaré los que considero más importantes. Algunos de ellos son de una asombrosa lógica, ya que el estudio afirma que las personas que se encuentran en la franja de edad de los 60 a los 70 años son más felices, debido a que sus necesidades básicas se ven cubiertas en la mayoría de los casos y no viven con preocupaciones que acechan a edades más tempranas. Así mismo también se desprende del estudio que las personas que tienen salud son hasta un 70% más felices que aquellas que no la tienen, o que los viudos o solteros son menos felices que los casados.
Por último el estudio de la revista estadounidense afirma que la felicidad es un círculo vicioso, ya que «La felicidad, por ejemplo, reduce los niveles de la hormona del estrés (el cortisol), de marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva y la interleuquina 6 que aumentan el cansancio físico y mental y también reduce la tensión arterial, un precursor de la enfermedad cardiovascular». Y si no he leído mal la salud influye en ser más feliz.

Permitanme una pequeña licencia, no quiero dudar de la seriedad de este estudio, pero si nos dedicamos a hacer un resumen, ¿no obtendríamos algo como lo siguiente?:

Si usted tiene su vivienda pagada, su coche es ya de su propiedad y no de la del banco y no necesita pedir dinero para comer.
Si usted ha finalizado con éxito su vida laboral y puede dedicarse a hacer lo que más le apetezca en cada momento ya que la salud le acompaña al 100%.
Si, además de lo anteriormente citado, cuando llegue a casa habrá alguien que le quiere dispuesto a escuchar qué planes tiene para el resto de su vida como jubilado, y emocionado de poder realizarlos a su lado.

Si usted cumple lo anteriormente citado, estoy segura de que no necesita que yo le hable de ningún estudio, ya que a usted no le cabe duda de que ya ha conseguido la Felicidad.