Si les hablo del inmenso poder que los medios de comunicación tienen hoy en día en nuestra sociedad, estoy segura de que no les haré un gran descubrimiento. Si les digo que muchos medios de comunicación utilizan ese poder en favor de sus intereses sociales, políticos o económicos, es posible que tampoco les pille de sorpresa. Pero si les digo que, gracias a ese poder que ejercen, los grandes medios pueden inventarse una historia, una persona, un hecho y mantenerlo como real en la mente de todos durante más de 100 años, la cosa quizás empiece a asombrarles.

Nadie duda de que el caso de Orson Welles en la batalla de los mundo no es algo puntual. Él quería demostrar el alcance de la ola de influencia de una simple emisora radiofónica. Y lo logró. La población entera sufrió las consecuencias de su experimento.

Pues bien, creiamos que las manipulaciones que se dan hoy en día eran algo más sútiles: engordar cifras de manifestantes, utilización partidista del vocabulario o elección de unas imágenes frente a otras. Me parezca o no bien este uso de la información como arma arrojadiza, conozco bien los métodos para disfrazar de objetivo aquello que no es más que pura opinión.

Les explico todo lo anterior, porque voy a comentarles una noticia aparecida ayer en el periódico El Mundo y hoy en diversas páginas web. Parece ser que el sangriento Jack el Destripador, el hombre que apareción y desapareció sin que se le capturase dejando un reguero de asesinatos tras de sí, jamás existió. O al menos no como nosotros creemos desde que así nos lo contaron.

Me explico con el párrafo en el que lo explica el periódico 20 minutos: «Un historiador británico ha llegado a la conclusión de que Jack el Destripador, el supuesto asesino de al menos cinco prostitutas a finales del siglo XIX en el este de Londres, no fue una sino varias personas, y que ese personaje fue un invento de un periódico sensacionalista. «

¡Ahí queda eso! Lo que realmente me preocupa es el tono de despreocupación del periodista que lo escribe. Estamos hablando de hace bastante tiempo, es cierto, pero las cosas no han cambiado tanto si un periodista no le da importancia al hecho de que un tabloide se haya inventado una noticia (de alcance mundial), sólo por vender más ejemplares.

Así y todo el artífice del descubrimiento no es el informador, sino el historiador británico Andrew Cook. Este hombre se ha dedicado a investigar el personaje de Jack el destripador y ha llegado a la conclusión de que los policías de la época no creían que los crímenes de las cinco prostitutas cuyos asesinatos se le atribuyen fuesen obra del temible Jack, si no de varias personas. No sostenían la tesis de un asesino en serie como nos quisieron hacer pensar. ¿Por qué, entonces, inventarse semejante historia, sembrando el pánico en la sociedad londinense de la época? Por si aún no lo han adivinado les diré la solución al enigma: Dinero. Si no lo creen observen la siguiente afirmación de 20 minutos.

«El verdadero beneficiario de aquellos asesinatos fue un periódico, The Star, lanzado poco después de que comenzara la serie de crímenes, que fue también el primero en sugerir, tras el asesinato de tres mujeres, que el homicida era la misma persona. Gracias al tratamiento sensacionalista de aquel caso, The Star logró que sus ventas subieran hasta 232.000 ejemplares diarios. Pero cuando un zapatero local al que el periódico había identificado como el principal sospechoso fue puesto en libertad por falta de pruebas, el diario vio caer las ventas. Según Andrew Cook, The Star entonces respondió publicando una carta cuyo autor, que firmaba «Jack el Destripador», se ufanaba de los asesinatos, aunque una experta en caligrafía sostiene que la carta la escribió un periodista del diario llamado Frederick Best.»

Invención de la noticia, falsificación de pruebas en un caso de cinco asesinatos,… Todo por dinero. Hay personas, consideradas profesionales dentro de su ámbito laboral que son capaces de cualquier cosa con tal de obtener cada vez más y más rentabilidad económica. Perdonenme, sé que el dinero es imprescindible en nuestra sociedad, pero para mí también lo es el dormir por las noches sin sentimiento de culpa. ¿Podrían hacerlo los periodistas el Star o quizás veían al cerrar los ojos, las caras de las familias de las víctimas a las que no se les había hecho justicia?