Hace unos días, una persona colgó en  beBee una imagen ensalzando las virtudes de ser profesionalmente transversal. Aquello me hizo ponerme a pensar sobre el tema.
No sé si me engañaron mientras crecía, o si el modelo empresarial ha cambiado tanto desde entonces, que las verdades absolutas se han convertido en falsas creencias. Lo que sí sé es que, cuando yo estudiaba, era muy importante tener experiencias distintas en diferentes sectores, para demostrar que te emplees donde te emplees estás capacitada para llegar a buen término con tu cometido.
En mi opinión, siempre he pensado que ser camarera un verano me ayudaría a desarrollar mi capacidad de trato con el cliente, dar clases a niños a demostrarme que tengo más paciencia de la que pensaba, y colaborar en proyectos altruistas a enseñarme que hay cosas que se aman más cuando no hay transacción económica de por medio. Por eso lo he hecho, y cada paso que he dado, en puestos más o menos (casi siempre menos) importantes, me han hecho ser cómo soy laboralmente.
Puedo escribir dos páginas enteras de las vivencias que me han llevado a generar y fortalecer las competencias que podría colocar en mi CV, como medallas que me he ganado. Cuento con mil anécdotas, miles de lágrimas, decibelios de risas y tantos recuerdos que cuesta separarlos. Gracias a cada uno de esos pequeños tesoros, he ido forjando una capacidad profesional muy diferente a la de otras personas, no mejor, pero sí distinta.
No hay dos personas iguales, eso es cierto, pero sobre todo lo es, por los caminos que han decidido recorrer, por las circunstancias por las que han pasado y por las herramientas con las que se ha moldeado su personalidad.
Desde siempre me he considerado una persona transversal en mis conocimientos. Cuento con dos marcadas vertientes, comunicación y RRHH, y millones de pequeños callejones que llevan a otras tantas más, pendientes de desarrollar. Mi innata inquietud es fruto de la genética, pero todas las demás competencias hay que desarrollarlas y, en mi opinión, importa más el cómo que el qué.
¿De qué me vale leer en una perfecta tipografía que una persona es altruista, si no puede explicarme por qué lo es? ¿Qué hechos de su vida me demuestran que cuenta con esa competencia? Casi todos los datos de un CV son más o menos demostrables, pero las competencias son libres, eres tú quien decide qué destacar y al seleccionador no le queda más que dar un pequeño salto de fe en muchas ocasiones.
Es cierto que la selección por competencias existe, y tiene grandes profesionales, con maneras de medirlas, al igual que muchas personas que se toman la molestia de estudiarse y decidir cuáles les representan y cuáles no. Sin embargo, llevo tiempo viendo artículos sobre «no uses estas palabras en tu CV» o «las competencias que más gente incluye. Diferénciate». Puede que trabajar bien en equipo sea algo que mucha gente pone, pero si yo soy buena en ello, ¿por qué quitarlo? Es labor del seleccionador valorarlo y decidir si es realista o no.
Así mismo, los servicios de orientación, hacen en muchas ocasiones un flaco favor al candidato, recomendándole enérgicamente modificar su CV, sin pensar que lo que ahí está escrito es lo que la persona desea destacar.
Hoy día, además, se valora sobremanera la especialización, pero para que esa especialización no sea ficticia tienes que ser casi un Dios en lo tuyo. Algo que, lamentablemente, no está al alcance de todos los mortales.
En mi caso me considero una buena profesional, tengo fuertes valores, además de un importante bagaje, pero disto eones de ser una Diosa en ninguna de mis áreas de actuación. Puede que no me convierta jamás en gurú de nuevas ideas, pero ¿ es realmente la transversalidad profesional algo negativo en nuestros tiempo, o es una gran competencia a destacar?