Hace casi un año, escribí en este blog acerca del caso de Chantal Sébire. Ella era una mujer que sufría un doloroso tumor en la cara y que solicitó a la justicia francesa que la permitieran morir mediante la práctica de la eutanasia. El 17 de Marzo, tres días después de la publicación del caso en esta página, se le denegó el derecho a morir mediante petición. Nadie pudo evitar el desenlace que ella deseaba y el 21 de marzo apareció muerta por consumo masivo de barbitúricos.
Tuvo que suicidarse porque nadie se puso en su lugar, porque nadie sentía el dolor que ella padecía y porque nadie quiso escuchar sus causas para desear morir.

Estos días es noticia la joven italiana Eluana Englaro de 38 años y en coma desde hace 17.

Permitanme que les cuente mi caso personal. Cuando tenía 13 años sufrí un accidente de tráfico a partir del cual padecí una parada cardíaca y permanecí en coma durante un mes. En ese tiempo la víctima es quien menos sufre, no tiene conciencia del tiempo ni del sufrimiento.

Cuando salí del coma tuve que aprender todo desde cero: aprender a andar, a hablar e incluso a permanecer sentada en una silla. Fue dura toda aquella época, pero nada comparable al sufrimiento de mi familia contemplándome postrada en una cama sin la certeza de si iba a superarlo ni de que manera iba a salir del coma. Si hubiera sabido del dolor que causaba a mis familiares mi estado y no hubiera visos de recuperación, hubiera preferido morir a estar en un limbo vital en el que ni puedes hacer una vida normal ni tampoco puedes pasar a la otra etapa de la vida, que es la muerte.

Les cuento mi experiencia, porque es cierto que una persona en coma no puede decidir si quiere ser desconectada de las máquinas sin las que no puede vivir, pero su familia sabe qué es lo que debe hacer. Es una decisión muy altruista decidir que tu hija muera. Los humanos somos egoístas por naturaleza y deseamos que los seres que amamos permanezcan a nuestro lado, no podemos evitarlo.

La muerte de un ser querido es algo doloroso por lo que todos hemos tenido o tendremos que pasar, pero es mejor la muerte que un estado vegetativo en el que la persona que quieres está físicamente presente pero mentalmente ausente. No puedes contarle lo que te ocurre, no puedes hacerle partícipe de tu felicidad o de tu tristeza y te mueres de pena y dolor un poco cada día.

Es por ello, por lo que les suplico a aquellos que juzgan a la familia de Eluana que recapaciten y piensen si ellos serían capaces de ver a su hija postrada en una cama durante 17 años o si pelearían por liberarla del limbo en el que se encuentra. Sólo pido un minuto de reflexión y empatía.