Sólo aquellas personas que amamos la naturaleza, podemos comprender el dolor tan inmenso que nos embarga hoy. La tierra tiene alma, tiene esencia, tiene vida.

Nadie como quienes hemos nacido y crecido en tierras de sorgiñas, de xanas y meigas sabemos la importancia de los bosques y los ríos. La fuente de la vida corre entre los troncos que forman los bosques, danza entre los animales que habitan el verdor de las praderas, ríe al son del viento que azota las copas de los árboles, brilla entre los pequeños lagos que se convierten en abrevaderos.

Ahora la tierra arde, la vida muere en cada llamarada, la magia se esfuma huyendo de las lenguas de fuego que corrompen la belleza más pura que queda en nuestro mundo.

Quemar la vida, asesinar la esencia de la existencia no es sólo un delito, es el peor de los pecados que un ser humano puede cometer. Ninguna condena será nunca suficiente, porque aquella persona que arrebata lo que no puede devolver ha perdido el espíritu que hace de ella persona.

Hoy me duele el alma, me duele la tierra que nos da la vida, me duelen las muertes animales y humanas, me duelen las lágrimas que vertidas por quienes sufrimos, no sirven para apagar las llamas que queman hasta el fondo de los corazones de los que observamos impotentes.

Hoy soy Galicia, soy Asturias, soy Portugal, soy las xanas, las ninfas, los trasgus, las meigas. Hace días que mi corazón se ha parado, que mi aliento es tan gélido como el de la misma muerte, que mis músculos mantienen la tensión esperando un milagro.

Espero que las llamas desaparezcan, que las arboledas queden intactas, que las vidas segadas sean sólo un mal sueño. Deseo que la magia exista, que los seres que habitan esas tierras detengan la barbarie, que los humanos nos demos cuenta de que las masacres no son sólo aquellas en las que mueren personas, que hay exterminios en los que no sólo corre sangre, sino también savia.

Son sólo deseos, sólo sueños que la realidad corrompe con su baño de crueldad sin sentido, como siempre hace.

Llora la tierra, llora el alma que nos dio la vida y entre sus lágrimas nos perdemos, perdemos la parte de nosotros que nos hace eternos.

«En todos sus sueños más bellos, el hombre no ha sabido jamás inventar nada que sea más bello que la naturaleza.»  Alphonse de Lamartine
Gracias por enviarme este regalo. Ilustración G.B.