Estos días, hemos tenido que ver en televisión dos insólitos casos relacionados con el ejercicio de la comunicacióm.

El primero de ellos, más sensacionalista que periodístico, es el de Ana Obregón y Jaime Cantizano. Caso este al que si me lo permiten sólo le voy a dedicar la mención ya realizada. Por otro lado, y éste sí que me parece más preocupante, está el juicio que está teniendo lugar entre un político y un periodista.

Tengo muy clara mi opinión al respecto, pero hoy, además me he despertado con una noticia que me ha agradado en parte y provocado al mismo tiempo el efecto opuesto. «Los periodistas estarán obligados a cumplir un código ético. La Asociación de la Prensa redacta un estatuto que remitirá al Gobierno» publica hoy el periódico El País.

Me alegro de que alguien haya decidido tomar cartas en el asunto para evitar casos tan bochornosos para los profesionales de la comunicación como el de Telma Ortiz o como el de Jiménez Losantos. A pesar de ello, no quiero dejar de recordar que el código ético ya existe para los periodistas aunque se denomina Código deontológico y todos aquellos que hayan pasado por una Facultad de Comunicación han oído hablar de él. Así, el artículo del País recoge que: » los periodistas estarán obligados a cumplir un código deontológico, un catálogo de deberes que se inspira en una resolución aprobada por el Consejo de Europa en 1993.
Para ejercer el periodismo será necesaria una titulación. Y dejarán de ser considerados periodistas «quienes vulneren los códigos deontológicos». Una comisión se encargará de vigilar el cumplimiento de estas normas, tal y como ocurre en la mayoría de los países europeos. En el Reino Unido, por ejemplo, esta misión recae en la Comisión de Quejas de la Prensa, que tiene potestad para imponer sanciones, aunque éstas se limitan a exigir al medio en cuestón una disculpa. Italia y Portugal van mucho más allá. En determinados caso, los periodistas pueden ser sancionados con multas económicas.»

Como periodista estoy a favor de que se respeten nuestra libertad de expresión, pero considero que hay personas que no saben que la libertad de una persona acaba donde empieza la de otra. Es por ello, que la libertad de expresión está condicionada a la no vulneración de otros preceptos fundamentales. Mientras a ciertos medios de comunicación no les entre en la cabeza que la carrera por la audiencia también se puede ganar programando contenidos de calidad (y no me refiero a los documentales de animales), continuaremos teniendo problemas como los que hoy nos ocupan. Y de ahí, el sentimiento contradictorio que comentaba al principio de esta columna.

Si un periodista puede ser sancionado por no cumplir el código, considero que se verá en un gran aprieto. La sanción legal contra la posible pérdida de empleo al no cumplir con lo que el medio le solicita.

Así que mi pregunta es: ¿es lícito condenar al periodista como individuo, olvidando que trabaja para un medio, que en la mayoría de los casos es quien solicita o al menos permite el tema tratado?