El destino, voluble en su caminar, hizo que Grace Salazar León naciera muy lejos de España. Un océano mediaba entre su actual hogar y el que la vio nacer: Lima.

Rodeada de su familia, la sonrisa ilumina su rostro al recordar la época de su infancia. A pesar de que sus padres tenían que trabajar arduamente para darles, a ella y a sus hermanos, todo lo que necesitaban no siente ese vació que deja la soledad impuesta. No era aquel un país de ostentación, en una época complicada pero nunca le faltó nada material y mucho menos emocional para hacer de ella la mujer que es hoy en día.

Mirando hacia atrás la mente juguetona le lleva de recuerdo en recuerdo: de las navidades en pleno verano a los regalos bajo el árbol, los juegos con amigos, los baños en la acequia, las risas interminables en las calles de Ferreñafe y el nacimiento de su amor por viajar.

Sólo tenía seis años cuando hizo su primera escapada en solitario, a casa de su abuela y, a partir de ese momento los miedos se disiparon y descubrió la felicidad que se encuentra únicamente cuando te pierdes del mundo en los lugares más recónditos.

Como un recuerdo imborrable de aquello a lo que aunque se retorne no volverá a ser igual, Ferreñafe está ligado a su infancia, haciendo imposible entender la una sin el otro. Pero la llegada de la edad adulta la separó de él.

Terminado el colegio la universidad era parada obligatoria, no por imposición paterna sino por el ejemplo que en ellos había visto. Sus padres le inculcaron la importancia de ser independiente, luchadora y capaz de vivir la vida sin la dependencia que genera la inseguridad en una misma. Por eso y por su personalidad observadora y ávida de entendimiento del prójimo se decantó por la psicología, y no se equivocó.

El primer puerto en el que recaló en su trayectoria profesional fue una consultora de RRHH en Lima, dónde apoyaba a las empresas a conectar con los mejores candidatos, haciendo gala no sólo de sus conocimientos sino también de su empatía. Así mismo pasó por grandes empresas como Zara, hasta que decidió dar un cambio radical al rumbo que parecía trazado para ella.

Ansiosa por saber más, por conocer nuevos destinos y enamorada de los viajes decidió, a pesar de tener una posición dentro del área que le apasionaba, dejarlo todo. Dejar su tierra.

Madrid fue y será siempre su ciudad de acogida en este país, aquella que le abrió los brazos cuando, hace 14 años, decidió saltar por encima de sus miedos y lanzarse a la aventura de abandonar su país, su continente, su mundo entero y empezar de cero. Llegó con la maleta llena de esperanzas y la decisión de cursar un Máster en RRHH para ampliar su formación.

Compaginando los estudios con el trabajo fue al finalizar el máster, con su diploma bajo el brazo, cuando la más importante empresa sueca se fijó en ella. Ikea Alcorcón le brindó la posibilidad de aplicar todo lo aprendido, además de granjearse amistades de por vida.

Y de repente, después de un tiempo inmersa en una vorágine de trabajo, estudios, de acoplamiento a una nueva vida, decidió parar. Ese sencillo ejercicio que la mayoría de los mortales no nos permitimos nunca, ese momento de necesidad de mirar hacia atrás y de decidir si estamos dónde queremos estar le valió a Grace una de las decisiones más difíciles y más gratificantes de su vida.

Hizo un alto en el camino y, repasando todo lo que había en su existencia, decidió desandar lo andado y volver a sus raíces para encontrarse a sí misma. Un lluvioso Noviembre volvió al aeropuerto que le había recibido a su llegada a España y le dedicó un “hasta pronto” al país que tanto amaba.

Lima la recibió como sólo tu pequeño lugar en el mundo sabe hacer, con los brazos de su padre, con el olor de la tierra que se clava en tu memoria sólo con rozar tu alma y allí encontró lo que le faltaba.

Alentada por la paz que sientes cuando llegas donde sabes que debes estar, se mudó a Cusco a una pequeña casa de campo rodeada de naturaleza. Amanecía cada día con el óleo que pintaba el cielo sobre los apus y aunque no fue fácil porque estudiarse a sí mismo nunca lo es, fue capaz de mirarse sin ambages, sin maquillajes, aceptándose y queriéndose a pesar de todos sus errores y equivocaciones. En aquel verdor único enterró todo lo que le dolía, el sufrimiento de años acumulado, la culpa por las decisiones y se perdonó. Sólo así fue capaz de continuar libre para ser quién en verdad es.

Sanada de sus heridas estaba lista para retomar su vida en España, esta vez en Murcia, ciudad a la que se mudó por amor. Ahora su labor diaria vuelve a estar en Ikea, aunque esta vez en el departamento de logística de la multinacional, empleo que le reporta a una mente inquieta como la suya el beneficio de no dejar nunca de aprender.

Sin embargo sus miras van más allá. Enamorada de las personas y de poder ayudarlas en su camino hacia la búsqueda de empleo, se ha formado como Coach y es a ése área al que más horas le dedica.

Trabajadora incansable, roba horas al sueño engañando a Morfeo con tal de seguir aprendiendo y ayudando. beBee es ahora para ella una herramienta indispensable, ha descubierto en esta red un lugar donde seguir apoyando a los demás. Pero sobre todo, valora sobremanera la escasa importancia que tiene en beBee tu formación o experiencia a la hora de ser aceptado por todos los usuarios, y de abordar temas desde distintos puntos de vista profesionales.

La grandeza de beBee, está para Grace en la cercanía de sus directivos y la gran vinculación entre sus usuarios. Por su parte ella se ha convertido en un pilar fundamental de las colmenas.

Alegre, valiente y optimista, agradece cada segundo de su existencia a la Pachamama o al universo, porque aunque la pérdida de su madre y la dureza que la vida le ha deparado han dejado imborrables heridas en su alma, se siente afortunada.

Su mirada sonriente y feliz, hace obligatorio que la vida le devuelva la sonrisa. Y, al igual que ella, todos aquellos que hemos tenido el privilegio de conocerla, sólo podemos estar agradecid@s de su existencia, porque gracias a personas como ella nuestras sonrisas brillan más.

Twitter Grace Salazar