Necesitas un regalo para un familiar. Estás sin ideas después de tantos años de cumpleaños y reyes. Para inspirarte, paseas por las calles observando los escaparates, esperando que algo te inspire. Todo tan igual, siempre lo mismo.

Nada destaca, nada te apetece. Y, de pronto aparece ante tus ojos: una tienda bonita, con un cuidado escaparate que parece prometerte aquello que buscas.

Entras y ojeas los productos de las estanterías. Y sientes que el establecimiento entero vibra en tu misma frecuencia.

Una sonriente dependienta se te acerca para ver si necesitas ayuda, y cuándo le dices que sí, comienza a hablar.

Te dice su nombre y, acto seguido, enumera uno a uno los títulos obtenidos durante toda su vida. Sin tomar aire, hace un repaso, bastante extenso, a su experiencia profesional.

Se pone todas las medallas que le caben en el pecho y, detalla los motivos por los que debes comprarle a ella y no a la competencia.

Cuando acaba, mantiene intacta su sonrisa. Tú, en cambio, solo quieres huir porque toda la conexión que se había logrado con el diseño, se ha esfumado por el contenido.

¿Te ha pasado alguna vez algo así? ¿No? Seguro que sí, solo que nunca te ha ocurrido en el mundo offline.

Sin embargo en el mundo online es una constante. Ocurre casi cada vez que descubres una web.

Antes de saber qué es lo que ofrece una persona, nos encontramos con un amplio desglose de todas sus capacitaciones.

La mayoría de las personas con página web, que venden sus productos o servicios, se centran en ellas.

Escriben sobre aquello que les hace diferentes, recomendables y enumeran los motivos por los que deben ser elegidos por encima de los demás.

Se olvidan de que ellos no son los importantes, la importancia debería colocarse siempre en el posible cliente.

Las personas llegamos a las tiendas o a las páginas webs buscando que nos ayuden, que solucionen un problema o que nos surtan de lo que necesitamos.

Sólo cuando vemos que eso es posible, empezamos a preguntarnos quién es la persona que tiene la varita mágica que a nosotros nos falta.

Organizar una web comenzando con nosotros, articulándola con el autor como eje central, es un error imperdonable.

La web debe estar construida para el usuario que llega a ella.

Si en la primera toma de contacto entre tú y tu cliente, solo le hablas de ti, se irá a un lugar donde se sienta tan importante como para gastar su dinero. Y tú, habrás perdido la ocasión de generar el impulso de la compra.

Todos somos personas distintas, con historias que nos parecen interesantes e importantes. Y lo son, cada vida merece ser contada. Sólo hay que saber cuándo hacerlo.

Nadie llega a tu web porque le apetece conocer la historia de tu nombre, o el motivo que te hizo ser psicólog@ o creativ@.

Las personas nos buscamos porque nos necesitamos y así surge la magia, la conexión y también los negocios.

La venta subyace en todo lo que vemos en las redes sociales, en las webs. Cada página de Internet acarrea consigo un coste, económico y personal.

Horas de trabajo y dedicación para hacerse un hueco en un mercado sobrecargado de todo tipo de profesionales.

Si, como la dependienta de la tienda de regalos, quieres vender, cuéntale al cliente por qué debe comprarte. Qué es lo que tienes para él y por qué te necesita.

El quién vendrá después, siempre llega. Déjalo a mano, cerquita para que lo encuentre cuando lo decida pero empieza siempre por el por qué.

Una vez que hayas convencido al cliente de que te necesita y por qué elegirte, será él quién decida conocerte mejor.

Por eso, si estás pensando en comenzar un negocio online, no pierdas de vista aquello que jamás harías fuera de la red.

Los clientes son personas, como las que encuentras a diario en cualquier comercio. ¿Por qué iban a querer de ti aquello que odian en los demás?

Olvídate de ti y piensa en qué es lo que ellos quieren y nadie les está dando. Siente su piel en tu piel, conecta tu mente a la suya, enchúfate a sus emociones, descubre lo que les hará elegirte y ofréceselo.

La armonía de la venta

Para eso está el copy. Los profesionales hacemos encajar un diseño atractivo con un contenido que mantenga la atención del cliente.

No es solo escribir. Es estructurar en nuestra mente el esqueleto de tu web, ponernos en la piel de tu cliente y darle aquello que desea. Sepa que lo desea o incluso si aún no lo ha descubierto.

Los copys generamos el esquema que guiará al visitante hasta dónde deseas, siguiendo el camino de baldosas amarillas que construimos con letras, para él.

Nos apoyamos en los diseñadores para transformar tu web en una aventura de la que el cliente no quiera escapar, y colocamos las palabras en el lugar donde las irá a buscar.

Ni todo el diseño del mundo, ni los mejores escaparates del universo, ni los logos más hermosos generan la vibración que logran las letras.

Los textos son las notas que se van cosiendo a las emociones de quién las recibe, pero todo debe unirse en una armonía que haga que el receptor sienta ese algo más que genere conexión, que le lleve a comprar.

Es el sonido repetido en la mente, que se graba a fuego y que tarareas sin pensar. E incluso, es esa melodía que se escucha y atrae a quiénes aún no han llegado a ti, para que te conozcan.

Por eso no se puede crear un diseño sin tener en cuenta los textos, pero tampoco unos textos ajenos al diseño. Es el trabajo conjunto el que crea la melodía mágica que convierte visitas en clientes.

Ahora que sabes que debes darle a tu cliente la música que él desea, recuerda:

Si quieres música, yo te escribo las notas.